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Contra la caridad

martes, marzo 20, 2012

Comencemos. El anuncio que pueden ver aquí debajo fue exhibido en los cines del Reino Unido durante el otoño de 2011. Les pido que lo vean a partir del segundo 0:30 aproximadamente.

Si el inglés les ha perdido un poco, déjenme que se lo resuma: El actor Ewan McGregor, embajadador de UNICEF, pide a los espectadores que donen cinco libras a la organización para ayudar a los niños malnutridos de Somalia. El anuncio enfatiza lo necesario, útil y sencillo que es ese gesto. Solo un mensaje de texto. Unos tecleos, cinco libras, una gran diferencia, un pequeño sacrificio para los que no tienen nada, para los que no esperan nada, hecho por los que lo tenemos y esperamos todo. Solo un mensaje, solo uno. Y ya. Nunca te habían facilitado tanto hacer lo que hay que hacer. Asi se las ponian a Fernando VII, dicen.

Pero quédense con la ultima frase del spot, porque volveremos a ella: McGregor, despues de pedir que compartamos el video por facebook, twitter, email nos dice «Cuantos mas de nosotros compartamos, mas vidas salvaremos».

Marzo de 2012. La red se ve barrida por el meme Kony 2012. Un vídeo que promueve a la acción, que calculado con «emociometría» perfecta llama a compartir, difundir, donar con el fin de arrestar a un general rebelde ugandés responsable de múltiples tropelías contra niños. Da igual que Joseph Kony lleve seis años huido de Uganda, que el ejército gubernamental sea responsable de atrocidades de igual calibre, que la asociación que promueve la campaña, Invisible Children, tenga tenues tintes evangelistas o que la invitación al gobierno de EEUU a intervenir en la zona concuerde perfectamente con la estrategia norteamericana de contención de la influencia de China en el continente africano. Kony 2012 se ha convertido en el viral más visto de la historia mientras se multiplican los pedidos de los action kits (camisetas a 25$, pulsera a 10$) con los que impartir justicia, «hacer la diferencia».

Simples pasos a seguir. Difunde, comparte, compra.

Ahora contemplen esta imagen:

Se trata del reverso de una etiqueta de una botella de coca-cola que degusté mientras charlaba con Noel Ceballos en la mítica cafetería Hontiveros. Una etiqueta que tranquiliza porque te informa de que mientras consumes ese brebaje azucarado de color oscuro, la compañia multimillonaria responsable de producirlo está trabajando duro para reducir el impacto mediambiental que provoca su elaboración. Esta dualidad del acto de consumo es la nueva lógica del capitalismo cultural que Slavoj Zizek tan bien explica en su obra First tragedy, then farce,  a su vez ilustrada en uno de los magníficos videos de la Royal Society. Cafe de comercio justo en Starbucks, mensajes de texto que salvan vidas, pulseras que derrocan tiranos, botellas de coca-cola que se limpian a sí mismas, reciclaje a escala doméstica movido y promovido por el ayuntamiento. Consumismo reponsable. Acciones que contienen su contrario. Compra de un producto y su opuesto. Adquisición de una bula de la conciencia, que la limpia y la deja preparada para nuevos actos de consumo una vez hemos hecho lo que hemos podido por mejorar las vidas de los otros. O no.

La ineficacia de la ayuda a los pobres ha sido enunciada en muchas formas,. En forma del «principio de no-intervencion» del Star Trek original, o por documentalistas tan prestigiosos como Adam Curtis. No se trata tan solo de que la ayuda que pueda prestarse a una ONG se pierda en el bolsillo de sus responsables, como en el reciente caso de Anesvad (que ya en su día parió esta infecta campaña). Ni se trata de que ese dinero termine financiando los afanes bélicos de un dictador, como parece que sucedió en los 80 con los fondos recaudados por Live Aid para paliar la hambruna de Etiopia. Ni siquiera se trata de que ayuda en forma de ropa y calzado pueda empobrecer aún más a los paises que la reciben porque deprime y desmantela su industria textil propia. En resumen, no se trata de los viejos argumentos reaccionarios contra la acción bienintencionada: la tesis de la perversidad y la tesis de la futilidad como las definió Albert O. Hirschman en su libro Retóricas de la intransigencia (1991).

El argumento más demoledor contra la caridad se lo debemos a Oscar Wilde. En su obra El alma del hombre bajo el socialismo (1891) el irlandés afirmaba que «es inmoral remediar mediante la propiedad privada los males que esa misma institución produce». Remediar el mal del pobre mediante una dádiva o una limosna desmoraliza al que la recibe y no hace sino prolongar su mal, pues no erradica la causa de su verdadera pobreza.

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Mejor la caridad que nada. Está claro. Pero esta se pervierte cuando hace más por ayudar al donante que por el que la recibe. Cuando ayuda a mantener las apariencia de virtud y sirve para declarar una superioridad moral, como sucedía con los fariseos que ponían un pobre en su mesa en la berlanguiana Plácido (1961). Y se pervierte cuando ayuda para conciliar nuestra existencia en un mundo abyecto. Afrontémoslo. Un mundo en el que convivimos con la más extrema pobreza. Aquí en nuestras ciudades y allá lejos. Un infierno con el que colisionamos solo en ocasiones pero que arde de manera constante para las gentes que en él viven. Aceptémoslo. Somos parte del sistema que así lo permite y lo mantiene, porque como decía Marcuse, hace tiempo que llego el fin de la utopía y que erradicar la pobreza es materialmente factible. Ser conscientes de esta dualidad de nuestro mundo produce incomodidad y dolor y nos empuja a querer ayudar a que esa realidad cambie haciendo lo que sea, comprando una coca cola, haciendo un clic, mandando un mensaje de texto, aunque no tenga el más mínimo sentido.

Cabe otra solución que Zizek menciona solo de pasada. La del entretener al pobre, hacer su existencia más pasable con entretenimientos, diversiones, placeres y dolores ajenos. El uso de esta opción, mucho menos controvertida por supuesto que la abolición de la propiedad privada, ya la advertía Nigel Kneale en The year of the sex olympics (1968), obra en la que se anticipaba en tres décadas a la emergencia del reality show y a la television del mínimo común denominador. En su distopía, los «hi-drives», bellos y apolíneos, ofrecen a los «low-drives», feos y normales, una programación diaría de pornografia de salón y espacios en los que los marginados sociales se pegan tortazos entre ellos con el fin de mantenerles contentos y mansos. Pero la audiencias de «low-drives» permanecen apáticas ante tal espectáculo cotidiano y los productores buscan animar a la masa con un reality cruel, una especie de Survivor meets La Fuga de Logan. Pero era 1968, y por muy avanzada que fuera su obra, a Kneale le faltó incliur lo que Charlie Brooker articuló tan bien en el segundo episodio de la reciente Black Mirror: El poder de la aspiración. Las masas empobrecidas y limitadas permanecen obedientes pero entusiastas con sus cadenas cuando se les ofrece la posibilidad de romperlas, de llegar a algo: Tertuliano, colaborador, comentarista, estrella de la cancion, gracioso de turno.

Pero no inspeccionemos solo el ojo ajeno. Esa misma solución, la del entretenimiento narcótico, se nos ha aplicado a nosotros, a los que miramos al mendicante por encima del hombro. En su magnifica novelita titulada Congreso de futurologia (1971), Stanislw Lem narra las tribulaciones de un pobre hombre que como el Fry de Futurama se despierta en el año 2039 y allí descubre que el ser humano ha alcanzado la utopía. Una sociedad en la que no existe el dinero y todas las necesidades parecen estar cubiertas. Sin embargo pronto se revela que los relucientes rascacielos y plazas son una ilusión inducida por sustancias alucinógenas administradas por el gobierno. La realidad es más bien como la de la Rusia de los 70. Fría, pobre, mísera. Colas en las calles. Una poblacion reducida a lumpen desarrapado. Pero tampoco es ese el final. Aunque horrenda, aquella es también una realidad inducida. La auténtica es aún más terrible, una en la que la gente ha de vender sus órganos, incluso sus cuerpos para sobrevivir, aunque gracias a las alucinaciones implantadas crean vivir en una sociedad de la afluencia y el bienestar en vez de entre escombros y escoria. Y un proceso similar es el que estamos viviendo. Estamos despertando de una alucinacion consecutiva, un despertar que es caída en barrena, en el que cada nivel al que llegamos no puede parecernos más bajo, en el que las expectativas (esa droga alucinógena) se van haciendo pedazos dejando entrever un mundo en el que no nos queda mas remedio que vender nuestros trozos, mientras aún nos creemos los reyes del mambo, mientras aún creemos que la caridad la merecen solo los otros.

Todo esto para decir lo que en una sola viñeta explica el maestro Miguel Brieva.


16 comentarios leave one →
  1. martes, marzo 20, 2012 4:25 pm

    Prefiero los acalladores de conciencia personalizados y me columpio pensando que estoy en Matrix ya que no me noto el enchufe machi-hembrado de la nuca, ya nos lo dijeron, las máquinas hicieron un mundo perfecto para los humanos y no funcionó, así que ahora vivimos en éste tan lleno de miserias.

    Bravo por el post, un saludo.

  2. Héctor permalink
    martes, marzo 20, 2012 4:41 pm

    Recomiendo la lectura de «Ejercito Enemigo», de Alberto Olmos. La novela con la siguiente frase como bandera: La Solidaridad ha muerto, indaga en este tema desde un punto de vista, según mi opinión, bastante acertado.

  3. martes, marzo 20, 2012 10:41 pm

    Hoygan! Y ese vídeo de Zizek, tan «bellamente» animado, eso sí que es una patraña, los dibujos no surgen así, señoras y señores, que cuestan mucho, y los rotus no hacen magia. Que es que luego lo ven mis clientes y si no me ven dibujar así se creen que estoy engañándoles. Creo que si hablamos de honestidad, también ha de ser honesto el proceso, lo que se muestra en el vídeo, y esa mano dibujando NO MOLA, por que es mentira básicamente, es como si una presentadora super-operada de cirugía estética te habla de lechugas naturales., hoyga, un poquito de por favor… Que si es pensador pues que salga el señor leyendo lo que ha escrito… ¿Tiene miedo que los jóvenes se vayan corriendo a otro vídeo «por aburrido»? Jo… Es que me pongo… Pues que se haga dibujante y que saque en el vídeo lo que dibuja A TIEMPO REAL, y sin fotoshop, ni posroducción ni capas, etc… Perdonen las molestias etcétera.

  4. martes, marzo 20, 2012 11:11 pm

    Muy bueno, y preciosa la viñeta.

    Sigue así; pero tranquilo, que esto lo arregla todo el nuevo iPad.

  5. martes, marzo 20, 2012 11:40 pm

    Suscribo todo lo escrito…por Oscar Wilde. Es de lamentar que el señor Zizek dinamite su propio discurso al final del vídeo execrando con tanto énfasis, precisamente, de los responsables intelectuales -¡y materiales!- del único intento con visos de viabilidad habido en la historia de sustituir el capitalismo por alguna otra cosa; máxime cuando no acaba de indicar ningún curso de acción concreto o positivo que responda al objeto de su reflexión; aunque es de suponer que le sería más dificultoso publicar, y por tanto, ser «filósofo», si no se impusiera ciertos límites. Les pasa a muchos.

    El artículo, muy bien, de todas formas.

  6. miércoles, marzo 21, 2012 10:20 am

    Buenísimo.

  7. The Outsider permalink
    jueves, marzo 22, 2012 9:11 am

    Menos mal . Ya pensaba que solo a mí me gustaba el jamón. Excelente artículo.

  8. jueves, marzo 22, 2012 1:57 pm

    Grande, como siempre

  9. el osito Teddy permalink
    jueves, septiembre 13, 2012 8:46 pm

    La propiedad privada provoca la pobreza.

    De ahí que los países que no la respetan estén tan bien como Somalia, la U.R.S.S. Stalinista y Mordor.

  10. el osito Teddy permalink
    jueves, septiembre 13, 2012 8:51 pm

  11. El osito Teddy permalink
    lunes, septiembre 17, 2012 12:35 pm

    O algo mucho mejor: «Economía en una lección» de Henry Hazlitt. Es el mejor libro, o uno de ellos, para comprender la postura de un liberal.

  12. jessica permalink
    martes, agosto 5, 2014 12:38 am

    me gusto

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  2. Primero como tragedia, después como farsa. « Las Superpitagóricas.
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