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Leyendas y conspiraciones (y III)

lunes, marzo 14, 2011

(Viene de aquí).

Que la Teoría de la Conspiración haya cobrado fuerza exponencial en la segunda mitad del siglo XX, una fuerza de la que carecía en sus orígenes modernos allá por la Revolución Francesa, se debe a la aceleración de los tiempos y a nuestra conciencia fragmentada por las nuevas tecnologías. El mundo se ha hecho demasiado complejo, demasiado cambiante, demasiado impredecible como para poder ser entendido. Es un mundo en el que los órdenes y las estructuras tradicionales caen de continuo y en el que los avances científicos hacen que cada día parte del saber acumulado se demuestre falso u obsoleto. Un mundo en el que la Teoría de la Conspiración representa una nueva forma de lucidez que consigue volver a colocar todo en su sitio.

Richard Shaver, conspiranoico fundacional.

En 1989, el vehemente investigador de lo paranormal Enrique de Vicente acuñaba el afortunado término “conspiranoia” para referirse con sana ambivalencia a esta cosmovisión de nuestro tiempo. Y es que el perfil psicológico del conspiranoico coincide en muchos aspectos con el del esquizofrénico paranoide: Escucha voces, es solitario, sospecha de todos y de toda figura de autoridad. En la antigüedad atribuía sus males al demonio. Hoy a la CIA o a los extraterrestres o a unos genéricos Ellos. Son personas que gravitan siempre alrededor de causas u organizaciones que reflejan sus miedos e inseguridades y que defienden sus bizarras creencias y sistemas de valores. La diferencia fundamental entre la esquizofrenia paranoide y la conspiranoia reside en que esta es una psicopatía estructurada que se empeña en buscar y encontrar evidencia oculta, razones secretas, explicaciones para lo que aparentemente no las tiene. Y el instrumento de esta lucidez febril se llama Cui Bono.

El Cui Bono. A quién beneficia. Una Navaja de Occam sin afilar en la que reside el poder de atracción de las teorías conspirativas. Porque ante a una acumulación de hechos y sucesos que parece caótica y aleatoria, la conspiración propone una narrativa que coloca todos los elementos en un orden: El causante de los hechos es alguien, una organización, un grupo, un país que se beneficia de ellos. La conspiración dota así a la Historia de poder de Agencia (en el sentido filosófico del término, el de capacidad y autonomía para actuar). Una teoría conspirativa otorga al mundo un patrón, un significado y un propósito que pueden explicarlo. Por eso la teoría conspirativa se ha convertido en nuestra forma de entender la realidad, casi la única posible. Porque instala certidumbres donde ya no las hay.

Pero la hiperlucidez produce también hipercertidumbres.

Los gobiernos se incluyen en el recuento de víctimas de esa excesiva y súbita complejidad del mundo. Los errores que cometen suelen deberse más a la incompetencia que a intenciones arcanas. Así ocurrió durante las recientes y sucesivas crisis gripales (gripe aviar, gripe A). Los gobiernos occidentales compraron millones de dosis de antivirales que ahora se pudren sin usar en los almacenes. La Teoría de la Conspiración sitúa el Cui Bono en la industria farmacéutica, pero donde ella ve intención, incluso instrumento, probablemente solo había puro oportunismo. Los estados necesitaban ser vistos haciendo algo para remediar la epidemia, lo que fuera. Debían evitar ser acusados de no haber tomado las medidas necesarias si el desastre se desencadenaba. Y de paso volver a conjurar el terror como forma de obtener ventaja política. Pero no tenían, como los ciudadanos, ni idea de la seriedad de la amenaza. Por ello se abrazaron al Principio de precaución. Eso no quita, por supuesto, para que en casos como el del Síndrome Tóxico, corporaciones y gobiernos entren en colusión para firmar un pacto de silencio sobre las verdaderas causas de una determinada crisis de salud.

La bala mágica.

Una faceta más gozosa de la Teoría de la Conspiración es la de que en su examen implacable de los acontecimientos haya creado la mitología de la Historia Secreta, ese verdadero suceder de los hechos históricos, en especial del siglo XX, que ha sido silenciado o manipulado por los poderes ocultos que actúan entre bambalinas. Esa Historia Secreta es la que puede encontrarse si miramos más allá de la realidad que ha sido fabricada y se nos ha presentado como auténtica. Por eso se ha convertido en un estupendo campo para la ficción, para el juego con el pulp más rabioso, en el que todo es permisible y los límites entre realidad son completamente maleables. Así es el caso de Libra de Don DeLillo o la Trilogía de América de James Ellroy, de la serie Fringe o cómics como Planetary de Warren Ellis. Esa decodificación, esa forma conspirativa de mirar la Historia ha llegado al pasado y de ahí el auge de la literatura de misterios y conspiraciones históricas con best-sellers multimillonarios como El Código Da Vinci de Dan Brown o La cena secreta de Javier Sierra, con su panoplia de códices escondidos, templarios y cátaros.

La Tierra está fatal.

Otro ejemplo paradigmático de este contagio entre realidad y ficción es el de uno de los casos conspirativos más extraños del pasado siglo, el de Alternativa 3, un episodio de la serie británica Science Report emitido en 1977 y que descubría un supuesto plan secreto llevado a cabo por los gobiernos de las superpotencias para evacuar a las élites de la humanidad a Marte ante el cierto e imparable colapso de nuestro planeta. El complot incluía vuelos y reuniones secretas, explosiones nucleares en el planeta rojo y la desaparición y muerte de los científicos involucrados en el proyecto. En realidad Alternativa 3 era un hoax, un engaño, como lo era Die Delegation (Rainer Erler, 1970) un (muy recomendable) mockumentary alemán de similar espíritu. Alternativa 3 era un homenaje a la mítica emisión de La Guerra de los Mundosde Orson Welles pensado para ser emitido en April Fools’ (el día de los Inocentes anglosajón) pero que no lo fue hasta dos meses más tarde por culpa de una huelga en la ITV. Muchos a día de hoy, por repetición de errores, falta de rigor y ceguera voluntaria, aún hablan de Alternativa 3 como una pieza de periodismo real y se niegan a aceptar la verdad de los hechos.

Esa es la consecuencia final de la Teoría de la Conspiración. La aniquilación irremediable de la diferencia entre la verdad y la mentira.

No importa que JFK y el senador Connally no se sentaran alineados en aquella limusina descubierta. No importa que Oswald fuera un tirador de primera, ni que matara al agente de policía J.D. Tippit cuando este trató de detenerle, ni que hubiera intentado unos meses antes asesinar al ultra derechista Coronel Ted Walker con el mismo fusil con el que acabó con JFK. Como tampoco importa que haya videos de los terroristas que cometieron los atentados del 11-S o del 7/7 pasando el control de seguridad del aeropuerto o entrando en el metro de Londres. O que sea normal que en las fotografías del aterrizaje del Apolo 11 no se vean las estrellas de fondo (prueben a fotografiar un cielo estrellado sin una exposición larga). O que los análisis demostraran que la tasa de alcohol del último chófer de Lady Di fuera tres veces el límite legal. Porque en última instancia toda evidencia puede ser falsificada, plantada, fabricada. Por aquellos a quienes más les interesa ocultar la verdad. La Teoría de la Conspiración no es una teoría que pueda ser falsada. Ni siquiera desautorizada por falta de pruebas. Porque como decía Donald Rumsfeld, «la ausencia de evidencia no es evidencia de ausencia.»

No se parecía en nada a Kevin Costner.

Por eso resulta casi imposible convencer a quien cree en una conspiración que su sospecha es infundada. El mismo Oliver Stone admitía que su JFK resumía las investigaciones y teorías conspirativas manejadas durante tres décadas y que lo que en ella contaba poco tenía que ver con el caso propuesto por el Jim Garrison real, bastante olvidado y oscuro y mucho menos épico que el que aparece en el film. Aquel bello Kevin Costner encarnaba en realidad al mismo Stone y a todos los buenos y honestos liberales americanos que como él vieron sus sueños rotos por un hombre tan poco carismático y mediocre como Oswald. Stone no dudó en ignorar que la mayor parte de los datos que aportaba en su film eran falsos. Tampoco dudó en manipularlos. El resultado fue que lo que muchos saben del asesinato de JFK está y estará irreversiblemente condicionado por aquella película, que ha influido en un número de personas inmensamente mayor de lo que lo hará nunca el trabajo de ningún historiador.

En último término, qué hay de verdad y qué hay de mentira en la Teoría de la Conspiración ya casi es igual. Dilucidar sus orígenes es una batalla perdida. Convencer. Demostrar. La conspiración es charca de arenas movedizas. Quien defiende las teorías conspirativas puede actuar sin saberlo como peón de aquellos que quieren tapar sus complots o sus ineptitudes con conspiraciones aún más rocambolescas y temibles. Del igual modo yo mismo, que he dedicado todas estas líneas a desmontar teorías y a explicar algunos de los motivos detrás de nuestra conspiranoia, podría ser un agente conspirativo infiltrado.

Porque la conspiración es la Gran Conspiración.

Estas dos ultimas entregas se han nutrido del imprescindible pOp cOntrOl de Mike Ibañez (Glénat, 2000).

11 comentarios leave one →
  1. lunes, marzo 14, 2011 12:49 pm

    Habla usted de Alternativa 3… Yo he tenido que dejar discusiones sobre los Protocolos de los Sabios de Sión porque «no tenía pruebas» de que fueran falsos. En 2008. Y el hecho de que antes de Internet fueran difíciles de leer en español sólo les da más credibilidad.

  2. lunes, marzo 14, 2011 12:54 pm

    Me has hecho tan feliz…

  3. Andrés permalink
    lunes, marzo 14, 2011 2:49 pm

    No te creo. Seguro que estás con ELLOS….

  4. martes, marzo 15, 2011 5:58 pm

    Lo de las bromas que luego se incorporan a la teoría de la conspiración de turno, incluso cuando el embaucador desvela el truco, no es nuevo. Un completísimo artículo sobre Leo Taxil:

    Miscelánea: ¿La Sinagoga de Satanás?

  5. martes, marzo 15, 2011 6:35 pm

    Redondo.

    Aplausos.

    Un articulo circular sí señor/a!

  6. martes, marzo 15, 2011 10:20 pm

    ddaa, muy interesante el texto. Me ha llamado la atencion la figura de Ernest Jeouin
    «Ernest Jouin descubrió que podía reinventar toda la historia de la Humanidad, descubriendo lo que nadie antes que él había sido capaz de descubrir»

    Ryoko, quedo agredecido de sus aplausos.

  7. martes, marzo 15, 2011 10:30 pm

    ¡Brillante otra vez! Pero oiga (y perdone que no sepa si la ha mencionado en versiones anteriores), se ha fijado Vd. en la mucho más cercana conspiración del 11m, que reverece cada año por estas exhas?

  8. miércoles, marzo 16, 2011 3:39 pm

    Donde dije «exhas» quería decir «fechas». saludos, Am.-

  9. miércoles, marzo 23, 2011 3:32 pm

    Excelentes artículos, las leyendas urbanas y las conspiranoas son un tema interesantísimo. Y, cómo no, no hace falta que se produzca una desgracia para que a los minutos aparezcan teorías de todo tipo. La última gran conspiranoia: http://pijamasurf.com/2011/03/teorias-de-la-conspiracion-sobre-tsunami-en-japon-haarp-terremoto-predicho-guerra-meteorologica/

  10. martes, julio 5, 2011 2:08 pm

    leyendas y conspiraciones

Trackbacks

  1. Conspiraciones + ingleses / Y encima se llamaba Alabama

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